La Técnica de conservación en frío
Un trompetista de entrenamiento clásico, Joseph Markoff, ya comprobó los efectos de la criogenia, según informó al diario The New York Times. ¿Está dispuesto a congelar su trompeta?, le había preguntado Steven Wasser, un fabricante de flautas. Sorprendido, Markoff finalmente accedió, aunque envió para el experimento una vieja trompeta (no la que habitualmente usa).
Cuando Markoff la volvió a tocar después de haber sido congelada, descubrió que su instrumento se había convertido en una de las trompetas más libres para tocar y más espléndidamente enfocadas que había tenido alguna vez. Steven Wasser es uno de los varios fabricantes que ofrecen la posibilidad de alargarle la vida a los instrumentos. Reveló que había tenido tanto éxito con el proceso de congelamiento profundo que ahora incluía habitualmente ese paso en el proceso de fabricación de flautas.
No doy a publicidad lo de la criogenia porque no lo puedo probar de forma científica dijo Wasser. Pero casi todo aquel que participó de una prueba a ciegas eligió el instrumento tratado de este modo, agregó. Los instrumentos musicales congelados pueden llegar a tener sonidos extremos. Y la criogenia se visualiza como un ejemplo en que los fabricantes de instrumentos metálicos y de madera de viento se debaten por decidir cuánta tecnología deben usar a la hora de rehacer su arte.
Una de las modalidades de fabricación actual consiste en estirar el metal hasta las contorsiones que conforman a la trompeta o tuba, un paso que puede perturbar la estructura molecular de la aleación metálica. Por el calor al que se lo somete, el metal se volvería más maleable pero también puede desparramar las moléculas. Entonces, el supe enfriamiento parecería devolver una disposición más ordenada de las moléculas, aliviando el estrés en el metal.
¿Los resultados? Los que ya probaron la oferta aseguran que existe una diferencia en la facilidad para tocar y en la gama de colores de los tonos. Por caso, Wayne Tanabe, dueño del comercio de reparaciones musicales Brass Bow, en Illinois, cuenta con un tanque criogénico que contiene a una tuba. Por alrededor de 200 dólares, Tanabe limpia un instrumento con ultrasonido, lo envuelve después, y durante 35 a 50 horas, le baja gradualmente su temperatura hasta cerca de 162 grados bajo cero. Al final, el frío extremo le devuelve calidad de sonido al instrumento, al mejorarle su resonancia.
Para David Monette, de Portland, Oregon, que construyó las inusuales y reconocibles trompetas que usa el músico de jazz norteamericano Wynton Marsalis, estimó que la criogenia es la respuesta del hombre a los problemas de resonancia. Por los buenos comentarios del trompetista Markoff, alrededor de 20 músicos de la Orquesta de Filadelfia congelaron unos 45 instrumentos. Y si bien los resultados no fueron uniformes, muchos músicos calificaron el sonido como más rico y mucho más centrado.
http://www.clarin.comHasta la Próxima !!
No hay comentarios:
Publicar un comentario