....."Un día leí en el periódico que se esperaba la participación de Bird en una jam session en un club llamado Heatwave, en la calle 145, en Harlem. Recuerdo haberle preguntado a Bean si creía que Bird se presentaría y que Bean me dedicó una de aquellas sonrisas suyas, ambiguas y socarronas, y dijo: «Apuesto a que ni el propio Bird sabe siquiera si estará allí o no.» Aquella noche subí al Heatwave, un pequeño club maloliente en mitad de un vecindario maloliente.
Llevé conmigo la trompeta para el caso de que realmente tropezase con Bird: si él me recordaba, quizá me dejaría intervenir con él en la jam. Bird no estaba, pero encontré a otros músicos: Allen Eager, un saxo tenor blanco, Joy Guy, un gran trompeta, y Tommy Potter, un bajo. Como no los buscaba a ellos, apenas les presté atención. Simplemente, me procuré un asiento y mantuve la mirada fija en la puerta, vigilando la llegada de Bird. Bueno, tío, me tiré la noche casi entera esperando a Bird, y él no compareció.
Llevé conmigo la trompeta para el caso de que realmente tropezase con Bird: si él me recordaba, quizá me dejaría intervenir con él en la jam. Bird no estaba, pero encontré a otros músicos: Allen Eager, un saxo tenor blanco, Joy Guy, un gran trompeta, y Tommy Potter, un bajo. Como no los buscaba a ellos, apenas les presté atención. Simplemente, me procuré un asiento y mantuve la mirada fija en la puerta, vigilando la llegada de Bird. Bueno, tío, me tiré la noche casi entera esperando a Bird, y él no compareció.
En un determinado momento decidí salir a respirar un poco de aire fresco. Estaba fuera del club, en la esquina, cuando oí una voz a mi espalda que decía: «¡Hey, Miles! ¡Me han contado que andas buscándome! » Giré en redondo y allí estaba Bird, con peor aspecto que un vago. Vestía un traje arrugado y lleno de bultos, con el cual parecía haber dormido muchas noches. Tenía la cara hinchada y los ojos hundidos y enrojecidos.
Pero estaba sereno, con aquello sofisticado de que sabía envolverse incluso cuando estaba bebido o flipado. Además, tenía aquel aplomo que tienen todas las personas cuando saben que su arte o su oficio son buenos. Pero cualquiera que fuese su apariencia, mala o al borde de la muerte, a mí me pareció más que buena aquella noche, después de haber consumido tanto tiempo tratando de encontrarle; no sentí sino la alegría de verle allí. Y cuando recordó dónde me había conocido fui el hombre más feliz del mundo. Le conté lo duro que había sido encontrarle y él se limitó a sonreír y a decir que andaba mucho de un lado a otro.
Entró conmigo en el Heatwave, donde todos le saludaron como si fuera el rey, cosa que era. Y como yo estaba con él y me pasaba un brazo por encima del hombro, me trataron también con el mayor respeto. Aquella primera noche no toqué. Sólo escuché. Y me dejó maravillado, tío, la forma en que Bird cambiaba en el momento en que se llevaba el instrumento a la boca. Mierda, pasaba de estar como hundido y ausente a que todo el poder y la belleza que llevaba dentro irradiasen de él.
Fue asombrosa la transformación que tuvo lugar en cuanto empezó a tocar. Tenía entonces veinticuatro años, pero cuando no tocaba parecía mucho más viejo, especialmente fuera de escena. Y toda su apariencia cambiaba tan pronto se llevaba su instrumento a los labios. Podía tocar como un grande incluso cuando casi se caía de borracho o cabeceaba amodorrado por la heroína. Bird era un ser aparte. En fin, a partir de aquella noche en que le encontré, estuve constantemente cerca de Bird durante varios años. Él y Dizzy se convirtieron en mis maestros e influyeron en mí más que nadie. Bird incluso vivió conmigo por algún tiempo, hasta que vino Irene. Ella llegó a Nueva York en diciembre de 1944. De pronto, allí estaba, llamando a mi jodida puerta: mi madre le había dicho que viniera. En consecuencia, le busqué a Bird otra habitación en la misma casa de huéspedes, en la calle 147 con Broadway. Pero me resultaba imposible, entonces, acomodarme al estilo de vida de Bird: tanto beber, tanto comer, tanta droga.
Tenía que ir a la escuela durante el día, mientras que él se quedaba acostado, hecho una mierda. Sin embargo, me enseñaba muchas cosas sobre música (acordes y todo eso) que luego, en la escuela, yo practicaba al piano. Todas las noches iba a un sitio u otro con Diz o Bird, participaba en lo que fuera, me impregnaba de todo lo que podía. Y, como he dicho, había conocido a Freddie Webster, que era un gran trompeta y tenía aproximadamente la misma edad que yo. juntos bajábamos a la calle 52 y escuchábamos alucinados cómo el rapidísimo Dizzy podía tocar los diferentes tempos con su trompeta. Tío, yo nunca había oído paridas como las que se tocaban en la calle 52 y allá arriba, en Minton's. Aquello era tan bueno que le asustaba a uno. Dizzy empezó entonces a enseñarme sus cosas en el piano para que ampliase mi sentido de la armonía.
Por su parte, Bird me presentó a Thelonious Monk. Su uso del espacio en los solos y su manipulación de la progresión de acordes, que sonaban tan raros, me dejaban simplemente fuera de combate, jodido de pies a cabeza. La primera vez que le oí, dije: «Maldición, ¿qué está haciendo ese hombre?» El provecho que Monk sacaba del espacio tuvo una gran influencia en mi manera de tocar solos después de haberle oído..."
Este es una extracto de la autobiografía de Miles Davis. Con la cual quise compartir algo de lo que fue su vida, en una de las etapas mas importante y marcada en su formación y crecimiento como músico; la llegada a New York y su relación con Bird. Lo que dio como resultado años mas tarde el inmenso icono del Jazz en el mundo.
Hasta la Próxima !!
2 comentarios:
Hola, sigo desde hace mucho tiempo tu glog. Felicidades por el trabajo, el gran material y los buenos aportes que ofreces. Podrías decirme el título y demás referencia de la autobiografía que comentas? me gustaría hacerme con ese libro... me encanta Miles...
Saludos y gracias!!
Publicar un comentario