Antoine Joseph Sax
Hijo de un fabricante de instrumentos musicales, Antoine Joseph Sax, conocido por Adolphe Sax, nació en Dinant, Bélgica, el 6 de noviembre de 1814. Iniciado desde muy joven en la fabricación de instrumentos y en la interpretación del clarinete, percibe las imperfecciones de éste y se dedica a remediarlas.
Un ideal obsesionaba a Sax mientras dirigía el taller de su padre: inventar un instrumento de viento que por el carácter de su voz pueda aproximarse a los instrumentos de cuerda, pero que tenga más fuerza e intensidad"
Trabajando sobre modificaciones para lograr una mayor calidad de sonido y resolver algunos de los problemas acústicos del clarinete, Sax construye lo que hoy se conoce como Saxofón.
"Mejor que cualquier otro instrumento, el saxofón es susceptible de modificar su sonido a fin de poder dar las cualidades que convengan o de poder conservar una igualdad perfecta en toda su extensión. Lo he fabricado -añade el inventor- de cobre y en forma de cono parabólico. El saxofón tiene por embocadura una boquilla de caña simple. La digitación es como la de la flauta y la del clarinete. Por otra parte, se le pueden aplicar todas las digitaciones posibles"
En los primeros años era el propio Sax quien ejecutaba el saxofón. En 1841, en la ciudad de Bruselas, tocó el saxofón bajo por primera vez ante público.
En 1842 el joven fabricante llega a París con su saxofón embrionario, recibiendo una cálida acogida de parte de importantes compositores. Tras constantes trabajos para perfeccionarlo, la familia de saxofones fue patentada en París, el 28 de junio de 1846.
Héctor Berlioz compuso en 1844 la primera obra conocida para saxofón: el sexteto Canto Sagrado, estrenada el 3 de febrero del mismo año en la sala Hertz, bajo la dirección del propio Berlioz y con Adolfo Sax interpretando la parte de saxofón. El entusiasmo de Berlioz por la sonoridad del nuevo instrumento quedó expresado en un trabajo que publicó en 1842 en el Journal des Debats y que señala: "es de tal naturaleza que no conozco ningún instrumento actualmente en uso que pueda comparársele, a ese respecto. Es pleno, blando, vibrante, de enorme fuerza y susceptible de endulzar" Y concluyó en estos términos: "
Los compositores le deberán mucho al señor Sax, cuando sus instrumentos alcancen un uso general. Que persevere; no le faltarán los estímulos de los amigos del arte". Pero no sólo Berlioz tuvo frases elogiosas para el saxofón.
Rossini, tras oírlo en 1844 expresó: "Nunca he escuchado nada tan bello"
Mayerbeer, por su parte, señaló: "Es este para mí el ideal del sonido".
El saxofón comenzó a aparecer en composiciones sinfónicas y operísticas de la época, por solo mencionar algunas podemos citar: Le Dernier Roi de Juda, de Georges Kastner (1810-1867), estrenada en 1844; Hamlet de Ambroise Thomas (1811-1896), creada en 1868; El rey de Lahore y La Virgen, de Jules Massenet (1842-1912), en 1877 y sobre todo La Arlesiana, de Georges Bizet (1838-1875), en 1872, donde alcanzó gran éxito.
El interés que despertaba el nuevo instrumento acarreó a su inventor múltiples sinsabores frente a la reacción de otros fabricantes de instrumentos e incluso de intérpretes, que veían en la aparición del saxofón un peligro. A pesar de ello las bandas militares acogieron entusiastamente al saxofón desde 1845 y tras breves años de exclusión provocado por cambios de régimen en Francia, resurge nuevamente en esas formaciones en 1853, al punto de que Adolfo Sax fue nombrado, en 1854, "fabricante de instrumentos musicales de la Casa Militar del Emperador".
En 1857 se crearon cátedras especiales para integrantes de las bandas militares en el Conservatorio de París, abriéndose la clase de saxofón, encargada a Adolfo Sax. Entre 1857 y 1870 se formaron en ella 130 saxofonistas. Se compusieron más de treinta obras como piezas de concurso del Conservatorio, escritas en su mayoría por Jean Baptiste Singelée y Jules Demerssemann. Otros compositores que crearon piezas para saxofón en la época fueron Cressanois, Savari, Petit, Genin, Signard y Colin, la mayoría de ellos directores de bandas. Las obras escritas para saxofón a fines del siglo XIX eran fundamentalmente fantasías y variaciones sobre temas diversos (especialmente de óperas)
Razones financieras provocaron el cierre de la clase de saxofón creada por Sax en 1870, pese a la protesta de Thomas, en ese entonces Director del Conservatorio.
Ese hecho influyó negativamente al desarrollo del saxofón, ya que sin virtuosos un instrumento musical no puede imponerse y ello lo demuestra la escasez de obras entre 1905 y 1930.
Un papel esencial en la creación de un repertorio para saxofón a comienzos del siglo XX corresponde a Elise Hall, nacida en Francia en 1853 y casada con un eminente médico norteamericano.
Por razones de enfermedad, (tenía una deficiencia auditiva y fue aconsejada por los médicos a estudiar un instrumento de viento) comenzó a estudiar saxofón a los 47 años, dedicando su vida a desarrollar el Club Orquestal de Boston y a difundir el instrumento que amaba.
En tanto jefa benefactora del Club, comisionó cerca de 20 obras para saxofón, de entre las que se destacan: la Rapsodia, para orquesta y saxofón alto, de Claude Debussy (1903-1905)), La Coral Variada, de Vincent d’Indy (1903) y la Leyenda Op. 66 de Florent Schmitt (1918), por solo citar las más afamadas entre otras de diversos compositores, tales como Loeffler, Gilson, Caplet, etc.
Fue con notable desgano que Debussy recibió el encargo de escribir una obra para saxofón. Elise Hall era persistente. En 1904 tocó en París la Coral Variada, de D’Indy y Debussy declaró que resultaba ridículo ver a una mujer vestida de rosado tocando un instrumento difícil de manejar.
En una carta a su amigo Pierre Louys se excusa por la demora en escribirle, por su preocupación con la composición de un trabajo que describe como una Fantasía, que le habían pagado un año antes y que se había comido ya. Durante algunos días escribió: " Dado que esta Fantasía ha sido encargada, pagada y comida desde hace un año, me parece que estoy retrasado... El saxofón es un instrumento de caña cuyas costumbres no conozco bien. ¿ Ama el romántico dulzor de los clarinetes?" Un año después escribió:
"Mrs E. Hall, la Mujer-Saxofón, me reclama cortesmente su Fantasía, quisiera contentarla, pues merece una recompensa por su paciencia".
En otra carta a Messager, elogia la permanente paciencia de la Mujer-Saxofón:
"La tenacidad de los americanos es provervial y la dama del saxofón ha desembarcado hace ocho o diez días en París, calle Cardinet 58, requiriéndome noticias de su trozo. Naturalmente, le aseguré que, después de Ramsés II, eso era lo que más ocupaba mi atención. No obstante, he tenido que dedicarme a la tarea y héme aquí buscando desesperadamente combinaciones, las más inéditas y apropiadas al intento de destacar ese instrumento acuático..."
La persistencia de la Sra Hall fue finalmente recompensada con una obra que para siempre preservó su nombre en la música, porque lleva la inigualable marca de Debussy y la altura de sus poderes evocativos.
Sax murió en París en 1894. Su muerte, sumada a la de sus principales aliados (Berlioz, Kastner,...), provocó un letargo para el saxofón.
Un ideal obsesionaba a Sax mientras dirigía el taller de su padre: inventar un instrumento de viento que por el carácter de su voz pueda aproximarse a los instrumentos de cuerda, pero que tenga más fuerza e intensidad"
Trabajando sobre modificaciones para lograr una mayor calidad de sonido y resolver algunos de los problemas acústicos del clarinete, Sax construye lo que hoy se conoce como Saxofón.
"Mejor que cualquier otro instrumento, el saxofón es susceptible de modificar su sonido a fin de poder dar las cualidades que convengan o de poder conservar una igualdad perfecta en toda su extensión. Lo he fabricado -añade el inventor- de cobre y en forma de cono parabólico. El saxofón tiene por embocadura una boquilla de caña simple. La digitación es como la de la flauta y la del clarinete. Por otra parte, se le pueden aplicar todas las digitaciones posibles"
En los primeros años era el propio Sax quien ejecutaba el saxofón. En 1841, en la ciudad de Bruselas, tocó el saxofón bajo por primera vez ante público.
En 1842 el joven fabricante llega a París con su saxofón embrionario, recibiendo una cálida acogida de parte de importantes compositores. Tras constantes trabajos para perfeccionarlo, la familia de saxofones fue patentada en París, el 28 de junio de 1846.
Héctor Berlioz compuso en 1844 la primera obra conocida para saxofón: el sexteto Canto Sagrado, estrenada el 3 de febrero del mismo año en la sala Hertz, bajo la dirección del propio Berlioz y con Adolfo Sax interpretando la parte de saxofón. El entusiasmo de Berlioz por la sonoridad del nuevo instrumento quedó expresado en un trabajo que publicó en 1842 en el Journal des Debats y que señala: "es de tal naturaleza que no conozco ningún instrumento actualmente en uso que pueda comparársele, a ese respecto. Es pleno, blando, vibrante, de enorme fuerza y susceptible de endulzar" Y concluyó en estos términos: "
Los compositores le deberán mucho al señor Sax, cuando sus instrumentos alcancen un uso general. Que persevere; no le faltarán los estímulos de los amigos del arte". Pero no sólo Berlioz tuvo frases elogiosas para el saxofón.
Rossini, tras oírlo en 1844 expresó: "Nunca he escuchado nada tan bello"
Mayerbeer, por su parte, señaló: "Es este para mí el ideal del sonido".
El saxofón comenzó a aparecer en composiciones sinfónicas y operísticas de la época, por solo mencionar algunas podemos citar: Le Dernier Roi de Juda, de Georges Kastner (1810-1867), estrenada en 1844; Hamlet de Ambroise Thomas (1811-1896), creada en 1868; El rey de Lahore y La Virgen, de Jules Massenet (1842-1912), en 1877 y sobre todo La Arlesiana, de Georges Bizet (1838-1875), en 1872, donde alcanzó gran éxito.
El interés que despertaba el nuevo instrumento acarreó a su inventor múltiples sinsabores frente a la reacción de otros fabricantes de instrumentos e incluso de intérpretes, que veían en la aparición del saxofón un peligro. A pesar de ello las bandas militares acogieron entusiastamente al saxofón desde 1845 y tras breves años de exclusión provocado por cambios de régimen en Francia, resurge nuevamente en esas formaciones en 1853, al punto de que Adolfo Sax fue nombrado, en 1854, "fabricante de instrumentos musicales de la Casa Militar del Emperador".
En 1857 se crearon cátedras especiales para integrantes de las bandas militares en el Conservatorio de París, abriéndose la clase de saxofón, encargada a Adolfo Sax. Entre 1857 y 1870 se formaron en ella 130 saxofonistas. Se compusieron más de treinta obras como piezas de concurso del Conservatorio, escritas en su mayoría por Jean Baptiste Singelée y Jules Demerssemann. Otros compositores que crearon piezas para saxofón en la época fueron Cressanois, Savari, Petit, Genin, Signard y Colin, la mayoría de ellos directores de bandas. Las obras escritas para saxofón a fines del siglo XIX eran fundamentalmente fantasías y variaciones sobre temas diversos (especialmente de óperas)
Razones financieras provocaron el cierre de la clase de saxofón creada por Sax en 1870, pese a la protesta de Thomas, en ese entonces Director del Conservatorio.
Ese hecho influyó negativamente al desarrollo del saxofón, ya que sin virtuosos un instrumento musical no puede imponerse y ello lo demuestra la escasez de obras entre 1905 y 1930.
Un papel esencial en la creación de un repertorio para saxofón a comienzos del siglo XX corresponde a Elise Hall, nacida en Francia en 1853 y casada con un eminente médico norteamericano.
Por razones de enfermedad, (tenía una deficiencia auditiva y fue aconsejada por los médicos a estudiar un instrumento de viento) comenzó a estudiar saxofón a los 47 años, dedicando su vida a desarrollar el Club Orquestal de Boston y a difundir el instrumento que amaba.
En tanto jefa benefactora del Club, comisionó cerca de 20 obras para saxofón, de entre las que se destacan: la Rapsodia, para orquesta y saxofón alto, de Claude Debussy (1903-1905)), La Coral Variada, de Vincent d’Indy (1903) y la Leyenda Op. 66 de Florent Schmitt (1918), por solo citar las más afamadas entre otras de diversos compositores, tales como Loeffler, Gilson, Caplet, etc.
Fue con notable desgano que Debussy recibió el encargo de escribir una obra para saxofón. Elise Hall era persistente. En 1904 tocó en París la Coral Variada, de D’Indy y Debussy declaró que resultaba ridículo ver a una mujer vestida de rosado tocando un instrumento difícil de manejar.
En una carta a su amigo Pierre Louys se excusa por la demora en escribirle, por su preocupación con la composición de un trabajo que describe como una Fantasía, que le habían pagado un año antes y que se había comido ya. Durante algunos días escribió: " Dado que esta Fantasía ha sido encargada, pagada y comida desde hace un año, me parece que estoy retrasado... El saxofón es un instrumento de caña cuyas costumbres no conozco bien. ¿ Ama el romántico dulzor de los clarinetes?" Un año después escribió:
"Mrs E. Hall, la Mujer-Saxofón, me reclama cortesmente su Fantasía, quisiera contentarla, pues merece una recompensa por su paciencia".
En otra carta a Messager, elogia la permanente paciencia de la Mujer-Saxofón:
"La tenacidad de los americanos es provervial y la dama del saxofón ha desembarcado hace ocho o diez días en París, calle Cardinet 58, requiriéndome noticias de su trozo. Naturalmente, le aseguré que, después de Ramsés II, eso era lo que más ocupaba mi atención. No obstante, he tenido que dedicarme a la tarea y héme aquí buscando desesperadamente combinaciones, las más inéditas y apropiadas al intento de destacar ese instrumento acuático..."
La persistencia de la Sra Hall fue finalmente recompensada con una obra que para siempre preservó su nombre en la música, porque lleva la inigualable marca de Debussy y la altura de sus poderes evocativos.
Sax murió en París en 1894. Su muerte, sumada a la de sus principales aliados (Berlioz, Kastner,...), provocó un letargo para el saxofón.
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